¿Coherencia o Gobernabilidad?

Matias Abad M.
3 min readMay 16, 2021

Este dilema enfrentó el gobierno entrante durante la última semana.

Por un lado, si Lasso elegía la opción de la gobernabilidad, hubiese tenido que afrontar las consecuencias de “pactar con el enemigo”.

Las contradicciones, en principio internas, tocaron las fibras más sensibles de varios militantes que, durante los últimos 14 años, han tenido como bandera política la lucha contra el correísmo. Incluso, varios asambleístas electos hicieron pública su inconformidad.

A la externa, medios de comunicación, líderes de opinión y analistas políticos, sistemáticamente inundaron las redes con el retrato del posible escenario de impunidad y reparto que se venía. Una presión insoportable para un presidente entrante que además lideró una propuesta del encuentro y el cambio.

Sin embargo, desde la perspectiva de la gobernabilidad en la Asamblea, este acuerdo daba más certezas. El PSC y UNES son partidos disciplinados; en donde la decisión del caudillo se cumple y respeta. Son el sistema. Así, por lo menos durante los primeros meses, Lasso hubiese podido colocar y aprobar aquellas leyes fundamentales para dar viabilidad a su plan de gobierno.

A pesar de haber suscrito un acuerdo y designado a Henry Kronfle como el ungido de este pacto imposible; para el nuevo oficialismo pudo más la emotividad de construir una “linda postal” a gusto de las élites intelectuales, que fungen de referentes de lo políticamente correcto.

La imagen guarda una estética perfecta: una Función Ejecutiva liderada por un experimentado empresario de derecha, demócrata y conciliador, que se equilibra con una Función Legislativa presidida por una mujer indígena de izquierda, que estuvo presa por haber enfrentado en las calles al autoritarismo.

El concepto, en principio, es coherente: se han unido todas las fuerzas supuestamente anticorreistas, que además en la segunda vuelta -directa o indirectamente- apoyaron a Guillermo Lasso en el marco de su proyecto del Ecuador del Encuentro.

Pero, como lo han manifestado desde Pachakutik, el alcance del acuerdo fue para la elección de dignidades parlamentarias. En adelante, cada Ley tendrá su propio tratamiento, y se advierten posibles mayorías/bloqueos coyunturales.

Si bien habrán ciertas coincidencias entre el Bloque del Acuerdo Nacional, BAN (formado por CREO y los independientes) y la alianza Pachakutik-ID, estos últimos desde hace algunas semanas han trazado una serie de “líneas rojas” que no tendrán cabida en su agenda legislativa; entre estas, la facilitación de la contratación, venta de empresas públicas, reducción de ciertos impuestos…; reformas que, para Lasso, son indispensables para poner en marcha su modelo económico

Por otra parte, en este contexto, irremediablemente aparece el “fantasma del golpe”. En la historia reciente, el movimiento indígena ha liderado la protesta social, incluso ha derrocado presidentes. Hoy, por la vía constitucional, son los terceros en la cadena de sucesión del poder presidencial.

Asimismo, el movimiento indígena es sumamente heterogéneo: hay facciones moderadas y otras radicales; demócratas liberales y marxistas; está una Lourdes Tibán como también un Leonidas Iza. Este explosiva mezcla, por lo menos, nos deja con incertidumbre.

A eso, agreguemos que la maniobra del sábado le ha generado -al menos por el momento- dos nuevos enemigos al nuevo gobierno: Correa y Nebot. Tenerlos cerca, a más de gobernabilidad, te ofrecía un clima de tranquilidad y seguridad en muchos sentidos. Tenerlos lejos, todo lo contrario.

Finalmente, la gobernabilidad del presidente no solo depende de la Asamblea; también requiere de la interacción favorable con los sectores organizados de la sociedad civil, medios de comunicación, autoridades seccionales, otras organizaciones políticas, por citar algunos.

Pero sí, el punto de partida es el legislativo y ahí Lasso tendrá mucho trabajo que hacer durante estos cuatro años.

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